¿Qué pasa con la batería durante el verano?

Tabla de contenido

    La mayoría de los conductores han vivido esto: se meten en el coche, giran la llave de contacto y no pasa nada. Diagnóstico: batería descargada. Sin embargo, contrariamente a lo que suele suponerse, lo que hizo que la batería dejara de funcionar no fue el frío invernal, sino las altas temperaturas de los veranos de los años previos.

    Principales causas de que falle la batería

    El fallo de la batería tiene dos causas principales: el desgaste y el proceso de envejecimiento. El desgaste es comprensible cuando se miran los neumáticos: cuanto más se conduce y más agresivo es el estilo de conducción, mayor es el desgaste. Algo parecido ocurre con la batería: a mayor frecuencia y nivel de descarga de la batería, y a mayor número de consumidores eléctricos que la descargan, mayor es el desgaste. Por otro lado, si solo usa el coche ocasionalmente o sobre todo para trayectos cortos, el alternador no puede cargar completamente la batería mientras los consumidores eléctricos siguen descargándola.

    Esta situación puede revertirse con la tecnología de baterías adecuada. Por ejemplo, si tiene un coche con función start-stop, sin duda necesita tecnología AGM o EFB. Las baterías SLI (de arranque, iluminación e ignición) no están diseñadas para estas aplicaciones y por eso se desgastan con bastante rapidez.

    La potencia de las baterías AGM también puede beneficiar a los coches sin sistema start-stop: la tecnología AGM ofrece mayores reservas de energía que benefician a los vehículos convencionales sin start-stop dando una vida útil más larga de la batería. Por otra parte, las baterías AGM soportan temperaturas exteriores extremas, mientras que una batería de arranque convencional reacciona al frío y el calor extremos con una disminución rápida de la capacidad, descargándose antes. Así se demostró en un estudio de campo realizado en Dubai, donde todos los vehículos con sistema start-stop y equipados con baterías convencionales se averiaron al cabo de 5 – 6 meses. En cambio, la flota comparativa equipada con baterías AGM continuó circulando durante 12 meses hasta el final del estudio.

    No es posible hacer afirmaciones generales sobre la vida útil ni el proceso de envejecimiento de las baterías, ya que la vida útil depende de factores como el tipo de batería, la temperatura ambiente, el número de ciclos, la profundidad de descarga o la frecuencia de uso. No obstante, el desgaste acaba afectando al proceso de envejecimiento y, por ende, a la vida útil de la batería.

    El calor estival acelera el proceso de envejecimiento

    Aunque los conductores creen que el frío estropea la batería, realmente es el calor lo que hace que falle. Una temperatura exterior de +20 °C es perfecta para una batería de coche, pero en verano la temperatura supera con frecuencia los +30 °C. Las temperaturas elevadas provocan la autodescarga de la batería, lo que a su vez hace que la batería envejezca más rápido. Este proceso pasa desapercibido en verano y otoño y, en invierno, cuando el motor necesita más energía para arrancar, normalmente aparecen los problemas.

    Existe una regla de oro: la reactividad química se duplica por cada incremento de 10 °C de temperatura. Esto provoca un aumento exponencial de la reactividad química y, en consecuencia, más factores perjudiciales, como la corrosión de la rejilla. Al igual que el óxido de los paneles de la carrocería, la corrosión de la rejilla también descompone la aleación de plomo del interior de la batería. Dado que la rejilla favorece la conducción eléctrica dentro del electrodo y constituye el esqueleto mecánico del material activo, estas dos funciones de la rejilla se van desempeñando de una forma cada vez más deficiente, motivo por el que las altas temperaturas del verano aceleran el envejecimiento y estropean la batería.

    Por qué la mayoría de las baterías se cambian en invierno

    Hemos visto que el calor estival causa daños a la batería y que las altas temperaturas aumentan el nivel de reacción química. Así ocurre cuando la temperatura supera los 20 °C. Si la temperatura baja de 20 °C, las reacciones químicas que se producen dentro de la batería se ralentizan. Si consideramos que 20 °C es la temperatura óptima, la reacción química baja al 50 % con una temperatura de 10 °C, y cuando se alcanza el punto de congelación desciende hasta el 25 %. Esto quiere decir que el rendimiento de la batería puede ser perfecto en verano con una temperatura de 20 °C, mientras que en invierno no pasa nada con 0 °C y hay que cambiar la batería.

    Prepárese para el invierno: lleve a revisar la batería

    Las comprobaciones de las baterías ayudan a detectar un fallo prematuro con antelación. Por ello, lo ideal es que los conductores lleven a revisar la batería a un taller al menos una vez al año antes del invierno. De esta forma garantizará su movilidad y estará protegido frente a gastos extras y averías imprevistas. Al fin y al cabo, nada causa más molestias que una batería que todavía suministra energía suficiente para encender los faros pero que está demasiado débil para arrancar el motor.